"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

miércoles, 27 de junio de 2012

La historia de éxito no tan exitosa de Estonia

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Puesto que Estonia se ha convertido de repente en el epítome de los defensores de la austeridad (¡Están en el euro y prosperan!), me pareció que podría ser útil hacernos una idea de qué estamos hablando. A continuación encontrarán un gráfico de Eurostat que muestra el verdadero producto interior bruto.
Evolución del PIB de Estonia.
O sea, una recesión terrible –de la escala de una depresión– seguida de una recuperación importante, pero todavía incompleta.
Obviamente, es mejor que el que no haya ninguna recuperación, pero ¿es esto lo que se hace pasar por un triunfo económico?
Por qué son importantes los países bálticos
Algunos lectores me han pedido que no pierda el tiempo con Letonia, Estonia, etcétera, aduciendo que son demasiado pequeños como para tener alguna importancia. Lo siento, pero no es cierto. Por un lado, todas las economías –incluso las pequeñas– son un “experimento natural” en potencia que nos enseña más sobre el funcionamiento de las economías en general. Al margen de eso, actualmente los países bálticos han cobrado relevancia en la imaginación de los defensores de la austeridad, sobre todo porque Irlanda sigue negándose a cooperar y a convertirse en una historia de prosperidad.
Jörg Asmussen es el hombre de Alemania en el Banco Central Europeo, lo que significa que lo que él diga es importante. Lean su discurso pronunciado en Riga, Letonia, este mes (disponible en ecb.int), en el cual asegura que la experiencia báltica demuestra que la austeridad y la devaluación interna funcionan. Fíjense en que sus pruebas provienen por entero de un año de crecimiento bastante rápido tras una crisis increíble. Por tanto, es importante decir que esto demuestra bien poco.
Ciclos empresariales problemáticos
Por lo visto, mis comedidas observaciones de que una recuperación parcial de una depresión grave no es exactamente un triunfo económico ya están causando ira en Estonia. En su blog, Simon Wren-Lewis,  economista de Oxford, se muestra más cáustico: “Una historia de éxito extraordinaria: tras una caída del 18% en el PIB en 2009 y un PIB estancado en 2010, tenemos un crecimiento del 5,5% en 2011”, escribía Wren-Lewis el 7 de junio. “¿El crecimiento del 5,5% el año pasado no es solo el comienzo, ahora que la economía está logrando un nuevo dinamismo? Asmussen no ofrece ninguna otra prueba de esto, cosa que podría ser inteligente, ya que el FMI pronostica un crecimiento del 2% este año y un 2,5% el que viene. Por tanto, el crecimiento del 5,5% el año pasado es lo único que tenemos”.
Y proseguía: “Este año escribí que cuando regresara el crecimiento, algunos dirían que eso demostraba que los keynesianos pesimistas se equivocaban. Debo reconocer que algunos de los que tenía en mente eran políticos y periodistas, no altos cargos de bancos centrales. Conforme a esta lógica, una estrategia aún mejor es cerrar la economía por completo durante un año. Al año siguiente podríamos conseguir un crecimiento fantástico cuando la economía arrancara de nuevo”.
Ya que estamos, permítanme abordar otra cuestión. Bastante gente dice que es incorrecto –o, como afirman algunos, “deshonesto”– mirar solo el declive desde el pico. A fin de cuentas, ¿no experimentaron los países bálticos un crecimiento muy bueno en los años previos al pico?
Sí, lo hicieron.
Y también lo hizo Estados Unidos antes de la Gran Depresión. El crecimiento a largo plazo y los ciclos empresariales son cosas distintas: un crecimiento a largo plazo representa un aumento del potencial económico y las depresiones un déficit de producción por debajo de ese potencial.
Puesto que el debate acerca de la austeridad y los estímulos trata sobre depresiones y no sobre el crecimiento a largo plazo, hablar de crecimiento antes de la crisis es irrelevante.
En cualquier caso, estoy a favor de la propuesta de Wren-Lewis: derrumbemos la economía durante un año para poder gozar de un gran crecimiento al año siguiente.
Traducción de News Clips.
© 2012 New York Times.
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