"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

miércoles, 26 de noviembre de 2014

COP 20, 21: ¿Cambiamos el clima o el sistema económico?


A tenor de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), desde 1994 a la fecha se realizaron 19 Conferencias de las Partes-COP bajo disímiles contextos políticos y económicos y a la luz mundial de la agenda que los países industrializados, principales responsables de la crisis ambiental y climática, continúan imponiendo en el marco de las negociaciones sobre reducción de las cuotas de emisiones GEI, políticas de mitigación y adaptación y acuerdos complementarios.
Es así que ante la COP 20 de Lima y la COP 21 de París, cabe preguntarse si el nuevo Acuerdo Climático Global sería superior al Protocolo de Kyoto, ya que este último parece quedar en el camino sin una evaluación objetiva y de fondo por parte de los países firmantes de las razones de su fracaso como acuerdo global.
A tenor de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), desde 1994 a la fecha se realizaron 19 Conferencias de las Partes-COP bajo disímiles contextos políticos y económicos y a la luz mundial de la agenda que los países industrializados, principales responsables de la crisis ambiental y climática, continúan imponiendo en el marco de las negociaciones sobre reducción de las cuotas de emisiones GEI, políticas de mitigacióny adaptación y acuerdos complementarios. Es así que ante la COP 20 de Lima y la COP 21 de París, cabe preguntarse si el nuevo Acuerdo Climático Global sería superior al Protocolo de Kyoto, ya que este último parece quedar en el camino sin una evaluación objetiva y de fondo por parte de los países firmantes de las razones de su fracaso como acuerdo global.  

Si tomamos como antecedente la intrascendente COP 19 de Varsovia 2013, donde los países desarrollados continuaron sin reconocer sus responsabilidades y sin asumir compromisos vinculantes para financiar la mitigación y adaptación de los efectos del CC en los países en desarrollo, nos preguntamos por qué la COP 20 y 21 tendrían que ser sustantivamente diferentes con relación a este nuevo Acuerdo Climático Global, cuando es evidente que pese al esclarecedor 5to informe del IPCC, persisten de forma sistemática las posiciones negacionistas e interesadas económicamente por parte de los países industrializados y emergentes del G-20, principales responsables en este tema.[1] En ese contexto, el reciente anuncio de un supuesto acuerdo climático entre Estados Unidos y China, los dos países con mayor responsabilidad en el problema del calentamiento global, si bien puede ser una señal positiva quedan varias dudas de cuánto compromiso serán capaces de asumir realmente en adelante.

Pese al poco avance de la comunidad internacional de lograr un acuerdo serio y vinculante sobre el clima global, el discurso oficial imperante persiste en torno a unir esfuerzos y voluntades políticas para enfrentar los  desafíos de la lucha contra el CC. Las declaraciones de Ban Ki-moon, Secretario General de las Naciones Unidas, apuntan en ese sentido: “Creo firmemente que cada uno de nosotros puede convertirse en un líder de la lucha contra el cambio climático[2], al igual que el discurso oficial de funcionarios de organismos internacionales y gobernantes de los países, como si el CC fuese un enemigo natural al que hay que combatir como parte de una cruzada global. Postura que no reconoce la cuestión de fondo, que no reside en el fenómeno del CC per se, sino en las causas estructurales que la ocasionan: el sistema económico neoliberal y el modelo de industrialización y desarrollo imperante de los países, a costo de los recursos de la naturaleza finita y del ambiente donde habitan pueblos originarios y comunidades locales. Tema fundamental en cuestión que ha sido recogido por activistas y movimiento social y ambiental organizado de la “Cumbre de los Pueblos frente al Cambio Climático” bajo la consigna: “Cambiemos el sistema, no el Clima”, en tanto una cumbre social alternativa a la COP 20 de Lima. 

Perú COP 20: Débil institucionalidad ambiental y desigualdad social

El panorama de la COP 20 parece complicar la actuación del presidente Humala y la del Ministerio del Ambiente (MINAM), que llega muy debilitado política e institucionalmente para asumir de forma coherente el desafío de liderar las negociaciones de la cumbre climática mundial, máxime si consideramos que el Perú es uno de los países más vulnerables del mundo a los efectos del CC y que poco es lo que puede exhibir hasta hoy en materia de estrategia nacional de avanzada sobre mecanismos de mitigación, adaptación y prevención de riesgos. Existen iniciativas al respecto como el proyecto de Ley Marco del CC, que propone redefinir el rol del MINAM como ente rector de la Estrategia Nacional de CC, así como fortalecer su institucionalidad y posibilitar la participación efectiva de la sociedad civil a través de una Comisión Nacional de CC. Lamentablemente, la aprobación de esta y otras iniciativas desde la sociedad civil se diluyen en el Congreso de la República debido al cálculo político, la dispersión y divergencia de intereses de los partidos políticos junto a la falta de liderazgo y de capacidad de diálogo en el tema de la bancada nacionalista.

Pese a que el año 2014 el gobierno del presidente Humala lo declaró como:“Año de la Promoción de la Industria Responsable y Compromiso Climático”,lo cierto es que su gestión está muy rezagado en la región en materia de políticas, leyes y normas a favor de la mitigación y adaptación al CC. Según el Índice de Desempeño Ambiental (EPI, por sus siglas en inglés) elaborado por las Universidades de Yale y Columbia de los Estados Unidos, en su 5to informe 2014 sobre desempeño en políticas ambientales de una nación en cuanto a impactos en la salud, calidad del aire, agua y saneamiento, recursos hídricos, agricultura, bosques, pesca, biodiversidad-hábitat y clima-energía, indica que el Perú ocupa el puesto 110 de 178 países en el mundo, y que a nivel de Latinoamérica está muy por detrás de Chile (29), Ecuador (53), Venezuela (57), Uruguay (70), Brasil (77) y Bolivia (87).

La institucionalidad ambiental nacional es muy débil y centralista, y el gobierno nacionalista no logra avances consistentes en el tema al estar más preocupado por revertir la desaceleración económica y supeditado a los poderes fácticos y la tecnocracia neoliberal del Ministerio de Economía y Finanzas, que desde su enfoque reduccionista de la economía viene influyendo en el ejecutivo con una serie de medidas reactivadoras, a costo del debilitamiento y subordinación del rol del MINAM y sus organismos competentes como la OEFA.

No obstante que las cifras oficiales son auspiciosas en cuanto a reducción de la pobreza país, el gobierno nacionalista sigue enfrentado con la posibilidad de revertir los índices de desigualdad económica y exclusión social en las diferentes regiones, como las zonas donde hay proyectos extractivos de recursos naturales y persistentes índices de pobreza, contaminación y pasivos ambientales. De hecho hoy existe un mayor riesgo de conflictividad, porque 20% del territorio nacional está concesionado para proyectos extractivos de recursos naturales. Por lo que resulta urgente avanzar en planificar y ordenar mejor el territorio, a fin de revertir y prevenir los conflictos socio-ambientales, aplicar políticas redistributivas y de uso sostenible de los recursos naturales, así como medidas de mitigación y adaptación al CC y la variabilidad climática extrema, que sobre todo afecta a las poblaciones más pobres de las zonas rurales.

Crecimiento económico versus calidad ambiental en la región: encrucijada constante

América Latina sigue siendo una de las regiones más desiguales del mundo, donde la política de priorización del crecimiento y la dispar distribución del ingreso económico afecta el vínculo entre el nivel de ingreso per cápita y la calidad ambiental, siendo este el principal factor negativo que incide sobre el cuidado y la calidad del ambiente en los países de la región. Así pues, ante la disfuncional relación comercio-crecimiento económico versus cuidado del ambiente, es necesario deconstruir paradigmas y falacias que siguen gravitando en el marco de un libre mercado desregulado y entrampando las negociaciones internacionales sobre el CC.

En medio de un mercado internacional fluctuante, con la incertidumbre de la crisis económica que no termina, gobiernos de izquierda y derecha de Latinoamérica continúan indistintamente impulsando el incremento de sus exportaciones en base a recursos naturales no renovables con escaso valor agregado y alto costo ambiental. De allí que mientras no internalicen la variable ambiental en sus políticas y programas de gobierno y no desarrollen una estrategia sostenida de diversificación productiva y de transformación selectiva, a la par de contar con un marco estricto de normas y regulaciones ambientales nacionales compatibles con estándares internacionales, seguirán siendo economías vulnerables y dependientes. Máxime hoy con los riesgos y efectos del CC que hacen más vulnerables sus economías.

Investigaciones recientes vienen indagando sobre la relación que existe entre el clima y la conflictividad social con los niveles de desarrollo económico país, encontrando indicios que la desigualdad es la causa de diversos conflictos además de los relativos a las cuestiones climáticas. En ese sentido requerimos de más indagaciones, pero sobre todo asumir una nueva actitud y postura política, un pensamiento crítico y resiliente para analizar las formas tradicionales de relacionamiento que han existido –y que persisten- entre los sistemas naturales y sociales versus la lógica del libre mercado y el sistema económico imperante. Relativizar el falaz pensamiento economicista de que el comercio es un fin en sí mismo a partir del cual se dinamiza consecuentemente el crecimiento y luego las mejoras ambientales.

Frente a la crisis ambiental y climática derivada del modelo económico imperante, será menester trascender la inercia de la tecnocracia neoliberal que mantiene un sesgado análisis sobre la evolución de los ciclos de la economía global y el modelo primario exportador de recursos naturales. En ese sentido, debemos proyectarnos más allá del cálculo político y las medidas populistas de corto plazo, porque ni la incertidumbre por la crisis ni el conflicto ambiental ni la insatisfacción social desaparecerán por sí solos.

Cambiar la racionalidad del lucro fácil en la explotación de recursos naturales no será fácil sobre todo para cierto sector corporativo empresarial, sector público y de políticos que siguen un comportamiento compulsivo tras objetivos perversos de la economía global. En ese sentido la COP 20 en Lima, es el escenario propicio para cambiar el enfoque y analizar autocríticamente que las negociaciones sobre el CC implican las discusiones sobre el modelo de desarrollo económico y social a seguir frente al problema.

Movimiento social y ambiental convergen en torno a justicia climática y cambio del sistema

El escenario COP 20 representa una oportunidad única para que el germinal movimiento social ambiental peruano (ecologistas, indígenas, sindicalistas, OSB y otras expresiones de democracia participativa del interior del país) supere su fragmentación local, se articule y trascienda sus reivindicaciones y demandas dando un salto convergente con la lucha de los pueblos y la sociedad civil mundial, que demanda justicia climática y cambiar el sistema económico hegemónico. De ello dependerá el rol que como sociedad civil se logre incidir en torno a los puntos de la agenda climática a discutir por los países participantes.

En el Perú, en los últimos años diferentes organizaciones sociales y entidades de desarrollo, académicos, políticos y actores de la sociedad civil han venido planteando una serie de demandas y propuestas sobre la necesidad de impulsar un conjunto de reformas importantes del estado peruano. Redireccionar su rol y relación como estado-sociedad, reevaluando los alcances e impactos del modelo económico neoliberal, sus implicaciones sociales y ambientales relacionados con el crecimiento económico país, así como el contexto nacional y local del problema de la desigualdad, pobreza y desarrollo con inclusión.

El permanente conflicto entre economía y ambiente no se resolverá en el marco de la COP 20 y 21, si los principales responsables de esta crisis climática global insisten con el discurso retórico del desarrollo sostenible, de la economía verde, de la ecoeficiencia sin asumir ninguna autocrítica y responsabilidad. De hecho se requiere cambiar el paradigma de desarrollo y sentar las bases del cambio social y ambiental, implicando su armonización efectiva con una política económica humanizada. Una nueva postura política y principista que cuestione y enfrente la mayor brecha social y ambiental que existe entre los sectores minoritarios privilegiados de la economía neoliberal y los grandes sectores sociales mayoritarios que siguen siendo excluidos de los procesos de modernización, desarrollo e inclusión en el Perú y el mundo.
NOTAS:
[1] La divulgación del 5to informe del IPCC sobre los graves riesgos del CC no parece haber modificado el comportamiento de los países industrializados y emergentes del G-20 reunidos en la cumbre anual de Australia, porque sus gobiernos continúan subsidiando proyectos de exploración en busca de combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón) mediante inversiones de empresas estatales y finanzas públicas. Son subsidios al margen de la opinión pública, pese a reiterados compromisos para erradicar los subsidios a los combustibles fósiles, abordar el CC y apoyar la transición hacia el uso de energía limpia (Londres, 11 nov 2014 (IPS), ¿Por qué los gobiernos del G-20 subsidian el cambio climático? Análisis de Shelagh Whitley).
[2]  La ONU y la COP 20 Boletín del Sistema de Naciones Unidas en el Perú, 1º Edición - Abril 2014.
EcoPortal.net

México retoma primer lugar y se aleja. Centroamericanos 2014

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Regresa a La Habana actor cubano americano tras 60 años ausente

La Habana, 26 nov (AIN) El veterano actor cubano americano Tomás Milián manifestó su alegría por regresar a La Habana luego de 60 años de ausencia, y poder compartir con el público admirador de su trabajo.

Milián ofreció una conferencia magistral en el Centro Cultural Fresa y Chocolate, este martes, donde recordó sus años de juventud y habló de su extensa carrera, con la gracia de un actor de especial carisma y personalidad.

Tomás Quintín Rodríguez nació en La Habana en 1933 y atesora una extensa trayectoria cinematográfica en Italia y Estados Unidos, país este último donde, afirmó, descubrió su don de actor, luego de observar a James Dean en la película Al este del paraíso.

De igual modo, rememoró que al viajar a Italia para hacer teatro fue descubierto por

Mauro Bolognini, quien le dio la oportunidad en su filme La noche brava (1959), y así comenzó una larga y exitosa carrera como actor del cine de ese país.

Milián, actor de notable carrera, fue homenajeado el pasado mes con el premio Marco Aurelio en el IX Festival Internacional de Cine de Roma.

Carmine Robustelli, embajador de Italia en Cuba, destacó los aportes de este actor a la cultura de esa nación europea y el privilegio que tendrán los cubanos de disfrutar de un ciclo de cine hasta el próximo 30 de este mes en la sala Charles Chaplin.

En la muestra de la Cinemateca de Cuba se incluyen títulos como La Luna, Tepepa, Venganza, Havana, Jfk, Mistad, Traición, Traficc y la Fiesta del Chivo, en doble función.

Además, se podrán ver El Bello Antonio, Las mujeres del Soldado, Bandidos en Milán, La agonía y El éxtasis, los cuales se podrán disfrutar en la sala Charlot, de esa institución perteneciente al Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos.

Luciano Castillo, director de la Cinemateca recomendó este ciclo a los amantes del séptimo arte, cuando se trata, dijo, de alguien con una vida actoral enjundiosa.

Una charla en OnCuba con el editorialista del New York Times

Marita Pérez Díaz

Este martes la revista OnCuba recibió en su sede de La Habana al periodista colombiano Ernesto Londoño, miembro del equipo editorial de The New York Times, uno de los diarios de mayor influencia en Estados Unidos.

Durante casi tres horas Londoño dialogó, preguntó y respondió a nuestras inquietudes. El mismo joven detrás de los seis editoriales que publicara recientemente el diario norteamericano sobre la relación Cuba-Estados Unidos, durante seis semanas seguidas, continuará desarrollando el tema, esta vez con un trabajo de investigación que realiza por quince días en la isla.

Londoño preguntó sobre las reformas económicas y cómo es posible sustentar el mismo proyecto de sistema socialista ante los cambios que se realizan en el país, el ideal del periodismo en Cuba y la libertad de expresión, entre otros muchos tópicos. Por nuestra parte, la curiosidad no p
udo evitar que editores, comerciales y reporteros nos uniéramos en una especie de entrevista colectiva.

¿Por qué Londoño trata el tema Cuba? ¿Por qué con tanta pasión?

“Alguien escribió un artículo espantoso en Martí Noticias y el primer comentario decía que “Londoño estudió en Miami y seguramente una cubana le partió el corazón”. A mí Cuba siempre me interesó desde que era estudiante en la universidad. Evidentemente tuve contacto con el exilio cubano, hice mis prácticas en el Nuevo Herald, escribí un poco en el Miami Herald, estuve en Miami durante la época de Elián González…Y digamos que siempre tuve ese interés intelectual sobre su futuro y su pasado. Durante los nueve años de mi carrera nunca tuve oportunidad de escribir sobre Cuba ni América Latina. Y cuando comencé en The New York Times les expresé como iniciativa comenzar a tratar este tema. A ellos les encantó esa idea, pues en los últimos años no le han podido dedicar el espacio que merece y confiaron en mí porque al hablar español se me facilita un poco estar al tanto de todo lo que ocurre en América Latina.

“Al principio la idea fue hacer solo un editorial, pero la reacción fue muy interesante y decidimos darle continuidad. Como todos los periódicos, The New York Times tiene interés en expandir sus audiencias y este es uno de los mecanismos para atraer más lectores fuera de Estados Unidos, nos dio una idea de cómo podemos expandirnos en la región publicando esta serie en español e inglés. Pero no es que alguien del gobierno, ni ninguna persona con interés de lobby nos haya puesto el tema. Surgió de forma espontánea, orgánica, y ha generado mucho interés, mucho debate y sentimos que podemos seguir alimentando este proceso”.

¿Cuáles han sido sus impresiones de la Cuba que encontró ahora, diez años después de su primera visita?

“Llevo nada más dos días, así que no logro formarme una impresión completa aun. Pero lo que más me ha llamado la atención es que se ven muchos negocios, mucha gente emprendedora y creativa que ha logrado desarrollar proyectos muy importantes a pesar de los desafíos que todavía siguen siendo considerables. Lo otro que me llamó la atención, es que cuando yo vine la otra vez era muy difícil tener conversaciones sobre temas sensibles y que la gente se expresara sobre problemas con el gobierno o sobre el día a día. En ese momento lo percibía. Ahora siento que hay espacios muchos más libres para que la gente se exprese”.

¿Por qué una visita a Cuba en este preciso momento?

“El primer editorial dio mucho interés y generó debate y consideramos que ahora hay una confluencia de circunstancias ideal para un acercamiento. Estamos en una posición de ofrecer propuestas, ideas, abordar temas que puedan fomentar un diálogo constructivo, interesante, y puedan poner este tema en un nivel más alto en el radar. Es posible que los líderes políticos de ambos lados se tomen la oportunidad para tomar bases. En el pasado ha habido oportunidades pero no se ha concretado. Creo que no va a ser una relación fácil de la noche a la mañana, va a ser muy compleja. Pero considero que se logra más por vía del diálogo constructivo. Y si lo que nosotros hacemos ayuda en eso, tratamos de convertirnos en un vehículo para generar logros importantes en ese sentido.

“El periodo desde ahora hasta la Cumbre de las Américas puede ser importante. Sería el primer foro diplomático en el que tendrían contacto líderes estadounidenses y cubanos. Tratamos además de visibilizar puntos donde se puede intercambiar más, para desacelerar el antagonismo que ha caracterizado a las relaciones Cuba-Estados Unidos durante décadas. Al final los que terminan pagando son los cubanos de ambos lados, los de adentro y los del exilio, pues mientras las relaciones estén turbias es más difícil mantener contacto con la isla, con la familia. Yo creo que si pudiéramos generar un ambiente de mayor conexión, pudiéramos crear más oportunidades para todos”.

¿Recibe algún tipo de asesoría para abordar el tema?

“He tratado de establecer contacto con todo el mundo en este debate. Por supuesto que en los editoriales no salen explícitamente las entrevistas ni las fuentes, pero llevan un trabajo de investigación y de reporterismo muy profundo. No podemos llegar y opinar solo con nuestras ideas en la mesa editorial. Llegar a Cuba y pedir dos semanas para hacer periodismo es precisamente en busca de eso, salir a la calle, encontrar temas. He tenido oportunidad de reunirme con quien yo quiera. Hasta el momento no ha habido ningún problema al respecto ni implícito ni explícito y espero que así siga”.

¿Qué opina de las críticas que ha recibido en diversos medios de comunicación norteamericanos y la disidencia cubana sobre su visita a la isla y al diario Granma?

“Cuando hacemos periodismo de opinión siempre surgen criterios encontrados. Hay que ser respetuosos de las opiniones frente a nuestras propias críticas. Yo creo que lo esperábamos y a mí me parece que es valioso tener un diálogo y contestar a algunos de esos críticos. Generalmente yo lo hago más desde el punto de vista constructivo y en forma respetuosa. Pero es claro que para mucha gente Cuba es un tema arraigado al alma, con opiniones muy fuertes. Yo aprendo de esas críticas, es valioso oírlas, analizarlas. No huir de ellas”.

Se habla mucho de cuán importante sería para Cuba normalizar las relaciones con EE.UU., pero para este último también sería una elección inteligente en muchos sentidos, sobre todo si tenemos en cuenta la disminución de su influencia en una Latinoamérica actual más inclinada a la izquierda. ¿Qué pudiera comentar al respecto?

“A nivel geopolítico Estados Unidos está muy aislado. Cualquier conferencia que se dé, cualquier participación política, Cuba es siempre la espinita atravesada, la pregunta que no falta, que genera controversia y discordia. En el momento en que se normalicen las relaciones, Cuba deja de ser el asunto en el que todo el mundo se enfoca. Estados Unidos creo que puede llevar una relación mucho más amistosa con su vecino. Pudiéramos hablar de cooperación económica, científica, cambio climático, cultura. Siempre van a haber diferencias, algo de tensión, pero creo que sacar a Cuba de esa ecuación sería muy importante para la diplomacia estadounidense en el hemisferio. Por otro lugar, creo que somos países vecinos, y deberíamos tener más contactos, conocernos mejor, intercambiar ideas. Nuestro punto es que Estados Unidos no debe diseñar un esquema político acá, como intentó hacer en Afganistán o Iraq. Los resultados históricos cuando Estados Unidos intenta ser un agente de cambio nunca han funcionado. La influencia mutua sí puede ser positiva”.

¿Existe un debate público real con respecto al tema Cuba en Estados Unidos?

“Creo que nosotros hemos elevado un poco el perfil del debate. Pero existen opiniones todavía muy encontradas. La página editorial de The Washingtong Post, donde yo trabajaba antes, tiene una posición muy rígida con respecto al gobierno cubano, y piensan que no puede haber un acercamiento, ellos lo consideran como concesiones y que primero Cuba debe hacer reformas mucho más democráticas. La prensa de Miami está condicionada por la opinión del exilio, aunque ha habido cambios, pero predomina la influencia de esa generación de cubanos que fue la primera ola migratoria. Pero yo creo que hay académicos, emigrados jóvenes, politólogos, que están hablando sobre el tema y explorando sobre los diferentes ángulos de esta relación tan complicada”.

“Ayer vino el ministro español y según El País trae un mensaje de la administración Obama, no tengo detalles todavía, pero sí se están tomando muy en serio la política exterior respecto a Cuba. Sí creo que hay voluntad política para explorar cambios, en cuanto sea posible, pero no sé hasta qué punto se logre concretar. Ahora mismo el Congreso está dominado por republicanos y hay una relación muy adversaria en estos momentos con la Casa Blanca. Hay otros temas como las reformas migratorias que generan mucha polémica, o las nuevas guerras en Iraq y en Siria, en medio de un proceso complejo que domina la atención de los más altos niveles del país. Pero a pesar de esas otras prioridades, nosotros queremos que se reconozca este momento como oportuno para un acercamiento entre ambos gobiernos”.

Con respecto a nuestra revista OnCuba expresó sus mejores deseos de que el proyecto siga creciendo y ganando espacio dentro del periodismo que se hace desde la isla. Y sobre los futuros temas de editoriales sobre las relaciones Cuba-Estados Unidos comentó: “Solo les puedo aconsejar una cosa: sigan leyendo”.
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